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Legado

Explora el legado de uno de los liderazgos empresariales más relevantes de la historia de México

Eugenio Garza Sada es uno de los líderes más respetados que ha tenido México. 

 

Es uno de los emprendedores más reconocidos a nivel internacional. Estaba convencido de que la libre empresa era el mejor medio para crear valor y generar beneficios para la sociedad. 

 

Su vida tuvo un propósito claro: impulsar el desarrollo económico y social a través de la creación de empresas e instituciones que transformaron positivamente al país. 

 

Garantizó empleos bien pagados en los que los colaboradores y sus familias tuvieron acceso a mejores oportunidades de desarrollo integral. Desde su visión, una empresa exitosa es la que logra ser rentable mientras genera comunidades exitosas.      

 

Eugenio consideró que el privilegio era una oportunidad de servir a los demás, siendo un hombre de acción más que de palabras. Luchó para que la sociedad se organizara para atender las necesidades de sus integrantes, sin esperar a que el gobierno lo solucionara todo. 

Fue uno de los mayores filántropos que tuvo este país, y se involucró en la creación y sostenimiento de más de 50 asociaciones civiles dedicadas a distintos temas. 

 

Sabía identificar a quienes tenían capacidad de liderazgo y los invitaba a participar a favor de las causas sociales, apoyando a los que tenían vocación de servicio. Fue un formador de líderes, una persona comprometida con su comunidad y un ejemplo que continúa siendo inspirador.

 

Su liderazgo estuvo basado en principios y valores que lo orientaron a trabajar por el bien común. 

 

Su legado muestra cómo una persona puede impactar a la sociedad desde la iniciativa privada.  

 

El legado más trascendente de Eugenio Garza Sada fue el Tecnológico de Monterrey, actualmente considerado la mejor escuela de México y una de las más prestigiosas de América Latina. Esta universidad ha sido el semillero de cientos de líderes que han participado en la vida económica, política, social y cultural de este y otros países.

Los valores de Don Eugenio

Eugenio Garza Sada consideró que el privilegio era una oportunidad de servir a los demás, siendo un hombre de acción más que de palabras. Su liderazgo estuvo basado en principios y valores que lo orientaron a trabajar por el bien común.

Libertad

​“La libertad no es un don de la naturaleza, sino un derecho por el cual es necesario luchar permanentemente”.

Responsabilidad

“El empresario que solo se ocupa de su empresa, ni siquiera se preocupa por su empresa”.

Justicia

​“El lucro no es renta para satisfacciones egoístas, sino instrumento de reinversión para el progreso económico y social”.

Respeto

​“El respeto a la dignidad humana está por encima de cualquier consideración económica”.

Integridad

​“La mejor decisión es hacer lo moralmente correcto y de ahí no moverse… transar nunca trae un beneficio”.

Humildad

​“Ser modesto”. “Reconocer el mérito en los demás”.

Laboriosidad

​“La dedicación al trabajo beneficia al individuo, a la empresa y a la sociedad entera”. “Asegurarse de disfrutar el trabajo”.

Generosidad

​“Lo que uno es y puede poseer es una oportunidad de ofrecerlo a los demás y una oportunidad de servicio”.

Ideario Cuauthémoc

Eugenio Garza Sada, creía que cada persona es responsable de su propio bienestar personal y familiar, pero también del bien colectivo. De acuerdo a ello, en 1969 adoptó y promovió un ideario que contiene los principios y valores que, en su opinión, debe poseer un líder. En primer lugar pidió la ayuda de algunas personas como el escritor Salvador Novo y otros intelectuales, pero no le gustaron sus propuestas, por lo que el empresario hizo su propia versión.

I. Reconocer el mérito en los demás

Por la parte que hayan tomado en el éxito de la empresa y señalarlo de manera espontánea, pronta y pública. Usurpar ese crédito, atribuirse a sí mismo méritos que corresponden a quienes trabajan a las órdenes propias, sería un acto innoble, cegaría una fuente de afecto e incapacitaría para comportarse como corresponde a un ejecutivo.

II. Controlar el temperamento

Debe tenerse capacidad para dirimir pacífica y razonablemente cualquier problema o situación, por irritantes que sean las provocaciones que haya que tolerar. Quien sea incapaz de dominar sus propios impulsos y expresiones, no puede actuar como director de una empresa. El verdadero ejecutivo abdica el derecho a la cólera.

III. Nunca hacer burla

De nadie ni de nada. Evita las bromas hirientes o de doble sentido. Tener en cuenta que la herida que asesta un sarcasmo, nunca cicatriza.

IV. Ser cortés

No protocolario, pero sí atento a que los demás a que los demás encuentren gratos los momentos de la propia compañía.

V. Ser tolerante

De las faltas que puedan encontrarse en la raza, color, modales, educación o idiosincrasia de los demás. 

VI. Ser puntual

Quien no puede guardar sus citas, muy pronto se constituirá en un estorbo.

VII. Si uno es vanidoso, hay que ocultarlo

Como el secreto más íntimo. Un ejecutivo no puede exhibir arrogancia ni auto-complacencia. Cuántas veces los fracasos de hombres bien conocidos confirman el adagio de “El orgullo antecede a la caída”. Cuando uno empiece a decir que otros empleados son torpes, o que los clientes son mezquinos o necios, habrá empezado a meterse en embrollos. 

VIII. No alterar la verdad

Lo que uno afirme, debe hacerlo reflexionando; y lo que prometa, debe cumplirlo. Las verdades a medias pueden ocultar errores; pero por poco tiempo. La mentira opera como un bumerang.

IX. Dejar que los demás se explayen

Especialmente los subordinados hasta que lleguen al verdadero fondo del problema, aunque tenga que escuchárseles con paciencia durante una hora. Haría uno un pobre papel como director si dominara una conversación en vez de limitarse encauzarla.       

X. Expresarse concisamente

Con claridad y completamente, sobre todo al dar instrucciones. Nunca estorba un buen diccionario a la mano.

XI. Depurar el vocabulario

Eliminar las interjecciones. Las voces vulgares y los giros familiares debilitan la expresión, y crean malentendidos. Para demoler verbalmente a sus enemigos, Benjamin Franklin y Winston Churchill nunca emplearon una sola expresión vulgar. Procurar leer a los grandes parlamentarios. 

XII. Asegurarse de disfrutar el trabajo

Es muy legítimo tener pasatiempos predilectos e intereses en otras cosas, pero si se estima como un sacrificio venir al trabajo, entonces lo que se necesita es un descanso y otra compañía en donde laborar.

XIII. Tener generosidad hacia el trabajo manual

Cuya productividad hace posible la posición directiva y afirma el futuro de ambos.

XIV. Pensar en el interés del negocio más que en el propio

 Este debe ser el antecedente para actuar.

XV. Análisis por encima de la inspiración o de la intuición

Cuya productividad hace posible la posición directiva y afirma el futuro de ambos.

XVI. La dedicación al trabajo

Beneficia al individuo, a la empresa y a la sociedad entera. En esto se asemeja a un sacerdocio.

XVII. Modestia

Si no se comprende que nada tienen que ver con el valor de la persona el tamaño del automóvil, o de la casa, o el número de amigos y de los clubes a que se pertenece; o el precio del abrigo de pieles de la esposa, y el rótulo a la puerta del despacho: si estas cosas significan para uno más que la tarea bien y calladamente cumplida, y los conocimientos y el refinamiento espiritual adquiridos, entonces el lugar para trabajar no está aquí.

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