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El último adiós

En un periodo de tensión nacional, la muerte de Don Eugenio causó gran impacto y dejó una huella profunda en la historia de México.

México se encontraba en crisis en 1973. Luego de una década de manifestaciones y movimientos sociales, el gobierno respondió con la represión y el uso de la fuerza debido a su incapacidad para atender las demandas de los grupos trabajadores y estudiantiles. En este contexto, algunos miembros de estos grupos utilizaron las armas y la violencia para exigir ser escuchados. 

 

Uno de estos grupos era la Liga Comunista 23 de septiembre, que comenzó a cometer asaltos y a secuestrar personas para obtener recursos que sirvieran a su financiamiento. Fueron ellos quienes asesinaron a Eugenio Garza Sada el 17 de septiembre de 1973, en un fallido intento de secuestro.

 

La noticia provocó un luto nacional. Monterrey quedó conmocionado y los ciudadanos acudieron a despedir al empresario. Se realizó un homenaje de cuerpo presente en la sala mayor de la Rectoría del Tecnológico de Monterrey y posteriormente se trasladó al Templo de Purísima para celebrar una misa. 

 

Más de 160 mil personas acudieron al sepelio llenando las calles a su paso. La mitad de la población adulta de Monterrey formaron una muchedumbre tan grande que los automóviles no pudieron avanzar y el féretro tuvo que ser cargado en hombros. El último adiós a Eugenio Garza Sada se dio entre un mar de gente que demostró el respeto y el cariño que se le tenía como líder.

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